Si la libertad está entrañada en el amor, la pasión queda, por eso mismo, excluida de la relación amorosa pues en ella no se da el momento de la mutua liberación sino el de una injusticia en la cual el yo trata con violencia de imponer su voluntad y se daría la contradicción de que quiere alcanzar la comunión por los medio que precisamente la impiden.
En realidad, para Nédoncelle, la pasión es una ilusión del amor, y la debilidad que la consume tiene varios rasgos fundamentales: 1) la fijación mental, 2) la voluntad imperialista y 3) la ambivalencia afectiva u oscilación de los sentimientos. (Así, se pasa indiscriminadamente del amor al odio).