lunes, 28 de diciembre de 2009
De anciano a anciana a través de sus celdas circulares
Leeremos poemas que escribí hace tres años,
después de haberte sido presentado
por un desconocido, junto al invernadero,
bajo un cielo de Agosto manchado por la lluvia
tácita como el ángel que tú eras
Y habrá pasado todo ese futuro
que sólo fue un instante de tiempo reunido
durante nuestro encuentro, habrá pasado
lo que nunca llegara a suceder,
eso que, sin embargo, como un eje a sus
ruedas nos reúne,
fundiendo nuestros viajes paralelos
Leeremos mis versos, leeremos
tus cartas de hace siglos, dirigidas a mí que las besaba
en una pieza roja de soltero;
buscando en ellas algo, una frase invisible que pudo comenzar.
¿Por qué, me digo ahora, no fue doble tu mano,
por qué callaste sílabas que hubiesen revelado
el revés del amor y sus satélites,
negros, en la negrura que ahora nos corona?
Pero estábamos tristes: debías regresar
continuamente al punto de partida
y el nuestro era un encuentro de dos seres
que huyen
por una misma calle a mediodía
fingiendo caminar con lentitud.
Enrique Lihn, 1952
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